Deshaciendo cadenas:
la emergencia de borrar la carimba en el imaginario contemporáneo1

Daiana Nascimento dos Santos*

 

Resumen

El presente artículo propone un análisis y una reflexión sobre la literatura contemporánea que aborda la esclavización en el imaginario contemporáneo. Este estudio se abordará a partir de construcciones simbólicas que sobrepasan lo estrictamente literario y se configuran a través de una lectura rupturista sobre la esclavización, que confieren voz a los sujetos “descentrados” históricamente, trascendiendo de esta forma los conocimientos del pasado, y, a la vez, otorgándoles un nuevo protagonismo. Asimismo, se pondrán en jaque algunos aspectos referentes a las consecuencias históricas, tales como las segregaciones y los racismos. Para cumplir con lo propuesto, se considerarán los aportes de la Nueva Novela Histórica (NNH) y de los Estudios Culturales, pues entregan herramientas que permiten hacer un análisis transdisciplinario sobre la problemática que analiza este artículo.

Palabras clave: esclavización - representación- segregaciones - protagonismo

 

Abstract

This proposal crafts an epistemological space for analysing and interpreting a literary corpus, within the framework of Cultural Studies and in consideration of the contributions made by the New Historical Novel (NHN), in which the meanings of enslavement in the contemporary imaginary are revealed. Through a symbolic constructions that go beyond the strictly literary about slavery, granting a voice to historically decentred subjects who transcend knowledge of the past, present a rupturist reading of enslavement by granting a voice to historically decentred subjects who transcend knowledge of the past, while simultaneously bestowing on the African diasporic collective group a new advocacy. Furthermore, puts a halt some aspects concerning the historical consequences such as segregation and racism. 

Key words: enslavement- representation- segregation - protagonism

 

Durante mucho tiempo la configuración histórica de África —y de África en América— y su representación han sido construcciones discursivas complejas y ambivalentes que han recibido una atención teórica y crítica producida desde una mirada occidental, como ya hemos mencionado en el artículo “Imaginarios y representaciones en la tradición oral africana y latinoamericana” (2011).  Esto nos lleva a pensar que la marca de la “carimba al rojo vivo”2 ha estado vigente y ha extendido “[…] sus crueles llagas esclavistas, racistas e infamantes por el cuerpo sometido de nuestra América [y de África]” (Rosales 11).

En el artículo “The West and the Rest” (1995) Stuart Hall argumenta que los conceptos de “Occidente” y el “Resto” han establecido una posición superior a Europa/Occidente como modelo de sociedad, y, a la vez, han situado en los últimos peldaños a los mundos que conforman el “Resto”. Y si bien tal planteamiento devela una situación de dependencia, sigue anclado en un paradigma occidental que ha servido para marcar la carimba en las discursividades y subjetividades del “Resto”.

Sin embargo, a partir de la mitad del siglo XX, específicamente tras el proceso de descolonización de algunos países africanos, se han generado significativas discusiones sobre esta historicidad, aunque todavía es imprescindible aclarar y ajustar algunas perspectivas que fueron adoptadas y distorsionadas a lo largo de la historia moderna sobre la configuración histórica afrodiaspórica3, como señala William Mina Aragón en La imaginación creadora afrodiaspórica (2014).

Por otra parte, Arturo Escobar resalta la importancia de “labrar nuevas formas de análisis, no contribuir a los ya establecidos sistemas de pensamiento (eurocéntrico), sin importar cuán críticos sean éstos” (70), a fin de plantear una perspectiva no eurocéntrica, una mirada otra, formulada desde la herida colonial, y conocedora de las configuraciones que operan dentro de la problematización instaurada por los debates en torno a la diferencia colonial.

Mignolo, en el artículo “La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad”, explica la diferencia colonial como un instrumento hegemónico que ha estado en vigencia desde el siglo XV hasta la actualidad para la subalternización del conocimiento, la representación y las discursividades no occidentales, y ha tenido como propósito categorizar a los individuos a partir de un pensamiento hegemónico, resaltando la diferencia e inferioridad según los criterios de quienes los catalogan para justificar la colonización. Sobre la herida colonial, Mignolo plantea en La idea de América Latina: la herida colonial y la opción decolonial (2007) que es “el sentimiento de inferioridad impuesto en los seres humanos que no encajan en el modelo predeterminado por los relatos euroamericanos” (17).

Por lo anterior, argumentamos que en el contexto actual están presentes reminiscencias históricas del imaginario sobre África  —y África en América—, lo que nos lleva a afirmar que estos aspectos siguen vigentes en la actualidad bajo la sombra del racismo, de la colonización del discurso, de la operación de las categorías de la colonialidad del poder, de las segregaciones y de los estereotipos. En el poema “Torpedo” (2007), el poeta brasileño Cuti llama la atención sobre el contexto de “apartheid” silencioso que existe en Brasil:

irmão, quantos minutos por dia
a tua identidade negra toma sol
nesta prisão de segurança máxima?

e o racismo em lata
quantas vezes por dia é servido a ela
como hóstia?

irmão, tua identidade negra tem direito
na solitária
a alguma assistência médica?

[…] (136).

El poema cuestiona las falacias en torno a las condiciones sociales de este grupo colectivo, y principalmente pone en jaque el mito de la democracia racial que por tanto tiempo, incluso todavía, ha orientado el discurso político, histórico, literario y social brasileño. Este panorama sigue vigente en las configuraciones sociales, operando tácitamente en los discursos, en las representaciones y en las relaciones entre distintos pueblos que son mirados bajo los lentes de la colonización discursiva que encapsula peyorativamente a los sujetos y sus imaginarios.

Said explica en Orientalismo… (2008) que Occidente mira a Oriente bajo los lentes de la extrañeza, lo que le permite inventarlo y reinterpretarlo de acuerdo a representaciones que difunden las condiciones de sensualidad, extrañeza y exotismo exacerbados, pues “…los prejuicios buscan justificarse con supuestos defectos ‘propios de la raza’” (45), tal como explica Gastón Baquero en Indios, blancos y negros en el caldero de América Latina (1991).

Desde esta perspectiva, consideramos que el sistema ha forjado y ha transformado los criterios de la representación según los intereses teóricos y políticos de quienes controlan el poder en cada periodo de la historia.

Esta memoria sobre África se intensifica cuando se revisan los problemas históricos ocasionados por la “colonización psíquica e histórica”, como plantea Mina Aragón. Esta circunstancia, además, ha provocado omisiones, marginaciones y prejuicios en los discursos, como el de las historiografías europea y americana. Si observamos dicha coyuntura y su continuidad en el presente, nos damos cuenta de que su proceso adquiere notoriedad y relevancia en las subjetividades que se construyen discursivamente

Considerando los apartados anteriores, proponemos algunas interrogantes para desarrollar esta discusión, que, en un primer momento, remite a un hecho histórico, pero que todavía mantiene implicancias dolorosas hasta hoy. Con relación a ello, nos preguntamos: ¿de qué manera la esclavización de africanos y sus descendientes por cinco siglos se vincula con el contexto actual? ¿Cómo reconocer la implicancia histórica de este hecho en las configuraciones actuales? ¿Es posible analizar este panorama a la luz del pensamiento crítico actual?

Intentando contestar estas preguntas, plantearemos dentro de un marco discursivo la vigencia de la aludida problemática sobre las connotaciones de la esclavitud y su relación con las imágenes de África en el imaginario de la literatura contemporánea. En este contexto discursivo se proyectan diversas connotaciones en la forma de abordar la esclavización y sus implicancias sociales: la diáspora, la representación, la resistencia, la lucha social, el racismo, la memoria colectiva y la validez del discurso oral dentro del ámbito literario. A partir de estos ejes, se focaliza el pasado desde una perspectiva significativa que lo transciende, confiriendo lugar a la voz afrodiaspórica.

Haremos este estudio para así observar cómo literariamente se ha imaginado lo que pudo haber sido la experiencia de la esclavización.  Por lo demás, este enfoque es necesario porque  muchos intelectuales son los que, a partir de la narrativa, se han propuesto rellenar los hiatos históricos y discursivos, explorando las subjetividades y la memoria en la recreación literaria.

El corpus de estudio se articula con determinadas reflexiones y temáticas históricas, que otorgan un desplazamiento significativo de elementos literarios, miradas, relatos, representaciones y ficionalizaciones, con el fin de proyectar a partir del texto literario reflexiones sobre la identidad afrodiaspórica, específicamente en el periodo correspondiente a la trata transatlántica y a las subjetividades en torno a la esclavización.

Por lo expuesto, se puede entender la esclavización mediante dos acepciones principales: como símbolo de la explotación humana y como aprendizaje para las generaciones actuales, pues es de vital importancia meditar simbólicamente sobre el pasado, pensando en el reconocimiento de la verdad y de la redención afrodiaspórica en nuestro continente y en su relación con África.

Ya el lector se ha percatado de que no usamos en este artículo el término “esclavitud”, en lugar de este, preferimos “esclavización”, la razón de ello se debe a una pertinente observación del filósofo colombiano William Mina Aragón en La imaginación creadora afrodiásporica (2014):

Y es que en efecto, en África, más allá de algunas de las correspondientes particularidades y conflictos tribales, nunca hubo ‘negros’ a secas ni ‘esclavos’ [al menos en la perspectiva que del otro lado del Atlántico vinieron a ser ‘negros’ y ‘esclavos’ en virtud de una diferenciación de color de la piel, después], sino hombres libres y creadores que protegidos por sus dioses siempre resistieron la esclavización (28).

Desde esta perspectiva, la representación histórica que se hace desde la literatura de la trata esclavista entrega pistas sobre la actualidad de este hecho histórico y sus efectos dolorosos que todavía siguen vigentes. Esta mirada sobre la esclavización se puede encontrar en la novela Escravos4 (2009), de Kangni Alem, a través de las observaciones de un antiguo esclavo, que logra retornar al África. El concepto del ‘retorno’ ha de ser entendido por Édouard Glissant, en El discurso antillano (2005), como el anhelo que nutría a muchos esclavos y manumisos de regresar al África. La experiencia del narrador como “retornado”, quien antes de ser capturado se desempeñaba como tradicionalista, le permite reflexionar sobre su condición de esclavizado y de retornado, instalándolo como un sujeto “doblemente” extranjero, pues sus impresiones registradas mientras es trasladado forzosamente a Brasil, muestran extrañeza sobre este contexto, y luego adquiere una condición similar cuando se encuentra libre en África. Los fragmentos  que se citan a continuación evidencian la experiencia del narrador como “esclavizado” y  “retornado”. En el primer fragmento retrata sus impresiones al regresar al África:

Ajoelhou-se, e num gesto hesitante pegou um punhado de terra que os seus pés tinham acabado de pisar. Examinou-a. Então era essa terra onde o furor da História deixara os habitantes desconcertados e indiferentes? Ninguém para lhe perguntar como era e como se chamava o lugar de onde vinha. Parecia que o sol e a lua que se levantavam e se destavam naquele territorio sempre tivesse tido aquela cor de argila dos cupinzeiros. A região inteira usava o esquecimento como abundancia. Na realidade, para não se lembrar, ignorava completamente. O torpor à sua volta provocou-lhe um medo repentino, e mecanimante ele levou a mão à boca (239).

A partir de estas impresiones, el narrador reflexiona, desde África, sobre las atrocidades de la esclavización:

Os mais fortes estãos sempre na origen da violação dos direitos naturais e são os últimos detentores do sentimento da justiça. Quem acusa se expõe ao fogo da crítica, mas a verdade é quem acusa já sofreu com esse fogo: al-mit-him ahal an-nar!
Nem os próprios negros de hoje se entendem a respeito do assunto, preferindo brigar da África às Antilhas. O que se pode pensar dessas divergencias? Quanto aos europeus, sempre fiéis às suas baixezas, continuam mantendo o mito ultrajante de que compravam apenas porque havia quem vendesse. Raciocínio torpe.
A escravidão é um ultraje, um desafio lançado à humanidade, portanto é inútil tentar se desculpar! E se há justiça a ser feita, debe ser prestada às vítimas, e não aos seus carrascos (232).

A partir de esta cita, constatamos que esta problemática trasciende lo estrictamente histórico, por ello es necesario ampliar el debate en torno a sus efectos históricos y su continuidad en el presente oculto bajo las máscaras del colonialismo, las segregaciones, las “democraturas” (como dice el cantante marfileño Alpha Blondy en la canción “Journalistes En Danger”), los gobiernos fantoches, los racismos y las nuevas modalidades de explotación del ser humano. En la actualidad, estas modalidades de esclavización contemporánea se evidencian de diversas formas, como en la explotación de la mano de obra de trabajadores con amplia jornada laboral y bajo extremas condiciones de explotación, en la explotación laboral de niños, en el tráfico de mujeres para la trata de blancas. De ahí, entendemos que esta práctica hoy posee varias características y dimensiones que se vinculan/retroalimentan con el tráfico de personas, de órganos, de animales silvestres, de plantas, de armas, de productos, etc.5. En este cuadro complejo, los elementos se entrecruzan mutuamente y están infiltrados en las estructuras de la sociedad actual, como bien observa la historiadora portuguesa Leonor Correia de Matos en Sim África: historia e histórias de contactos culturais em Angola (2006).

Al igual que el texto anterior citado, este contexto ha asumido relevancia en el ámbito cinematográfico, con películas como Amistad (1997) de Steven Spielberg; The Butler (2013) de Danny Strong; 12 years a slave (2013) de John Ridley, entre otras6. Estas  películas plantean una relectura histórica de la esclavización desde una perspectiva que sigue las bases tradicionales, históricas y culturales pertinentes al ámbito anglófono, lo que demuestra la relevancia del tema en la actualidad7.

Además, postulamos que hay una atención significativa en recrear subjetivamente la experiencia de los sujetos esclavizados. En este sentido, consideramos que la obra Changó, el gran putas (1984) de Manuel Zapata Olivella es una obra precursora en cuanto a relecturas rupturistas sobre la esclavización, pues ofrece proyecciones significativas para la puesta en acción de la filosofía de la liberación del Muntu8.

La esclavización en esta novela funciona como punto de partida para entender la historia y el destino del hombre afro en las Américas, pues la evocación a la libertad se vertebra como idea fundamental en la obra. En este texto, creemos que Zapata Olivella hace un honesto esfuerzo por legitimar dicha perspectiva en un abordaje que valida la voz afro en el continente. Dicho cometido es valioso, porque promueve el afán contemporáneo de la “emancipación total” del hombre africano —y de sus descendientes— en el contexto actual, principalmente si se supone que el problema histórico de la esclavización todavía tiene efectos dolorosos y una deuda histórica en muchas poblaciones americanas, como bien ha observado Juan Rosales en la introducción de la novela Carimba (2006):

No menos de sesenta millones de seres humanos, hombres y mujeres, los más jóvenes y vigorosos, fueron inmolados. La trata segó, como con una descomunal guadaña, a vastos territorios de África provocando una hecatombe humana y demográfica que no sólo la marcó por siglos, como con la carimba al rojo vivo, sino que extendió sus crueles llagas esclavistas, racistas e infamantes por el cuerpo sometido de nuestra América (11).

En este sentido, este planteamiento propone ampliar la comprensión del pasado a través de la relectura histórica, a manera de reflexionar críticamente sobre el pasado para entender el presente y apostar por un futuro mejor. En este quehacer discursivo es necesario observar detenidamente los hechos históricos desde una perspectiva transdisciplinaria que contribuya a ampliar la comprensión del pasado sobre la esclavización en África y las complejidades de ella en el presente, tal como plantea Yodenis Guirola Valdés en la introducción del libro La imaginación creadora afrodiaspórica (2014):

Y es que no hay modo de comprender el complejo presente multiétnico y multicultural de América si para ello no se reconsidera la historia de siglos regidos por la condición de países subyugados, subdesarrollados y/o dominados económica y/o culturalmente desde la exterioridad (11).

En esta línea, hay una potente polifonía de voces9 que reclama desde la literatura “…un volver a imaginar [este pasado] y localizar los eventos [históricos] bajo los lentes teóricos de la alegorización postcolonial” (105), como bien apunta el crítico literario Antonio D. Tillis en Manuel Zapata Olivella and the ‘darkening’ of Latin American Literature (2006).

A su vez, la relectura histórica esbozada tanto a nivel literario como fílmico contribuye sobremanera a pensar la identidad del grupo afrodiaspórico y las situaciones en las que se encuentran estos imaginarios. Más allá de razonar sobre esto desde la subjetividad, observamos que esta mirada al pasado demanda un “pensar desde la imaginación afrodiaspórica”, como señala Yodenis Guirola Valdés en el prólogo a La imaginación afrodiaspórica (2014). Además, la autora propone:

La condición afrodiaspórica remite necesariamente a la reivindicación de la multiculturalidad en el marco de la cual lo afro constituye y se concibe como auténtica raíz que llega hasta el presente marco por el testimonio de la exclusión y la huella de las hegemonías (11).

Como se ve, en la cita la autora reivindica el rol protagónico del elemento afro en la formación sociocultural del continente, pese a las marginalizaciones y exclusiones de diversa índole a que ha sido sometido este grupo colectivo. Para este reto, quizás una alternativa sería plantear la necesidad de hacer lecturas rupturistas a partir de la focalización afrodiaspórica, que se propone fomentar criterios para el enriquecimiento discursivo a nivel literario y a nivel fílmico, donde se valide la mirada afrodiaspórica. Perspectiva que, vale decir, está presente en la narrativa de los autores mencionados anteriormente.

De ahí, podemos plantear algunas interrogantes que nos ayuden a ampliar esta discusión, a partir de las subjetividades que emergen de estos textos en las referencias a la experiencia de la esclavización: ¿cómo estos sujetos  la experimentaron? ¿Qué fue lo que sintieron? Tras apuntar estas preguntas, postulamos la importancia de escuchar estas voces, que de alguna manera anhelaron ser escuchadas y que, en el presente, es posible imaginarlas desde la subjetividad creativa del imaginario afrodiaspórico. Aunque no hay que olvidar a las primeras expresiones literarias evocadas por la voz esclava ya tempranamente10, las cuales entregan una lectura distinta de este momento histórico mediante los elementos representativos e identitarios relacionados con la memoria, de modo de transcender los conocimientos tradicionales.

Este tipo de lectura sugiere desplazamientos significativos de elementos literarios, de perspectivas y de ficcionalizaciones, que permiten reconfigurarlos desde otra mirada, donde se pretende borrar la “carimba simbólica” que ha sellado históricamente al pueblo afrodiaspórico.

La carimba ha de ser entendida aquí como la marca simbólica que ha “sellado” históricamente a africanos y a sus descendientes a lo largo de la historia. Dentro de esta lógica, se ha creado un imaginario que abarca construcciones simbólicas, ausencias históricas y categorizaciones negativas sobre África y sus descendientes, cuya idea se legitima a partir de la estigmatización subjetiva de que “era necesario mantener a los esclavos subyugados mediante la asociación de la inferioridad y la degradación con el aspecto obviamente distintivo: la piel negra” (James 27). Sobre esto, Akassi y Lavou Zounglo llaman la atención de que a lo largo de la historia “…el color de la piel ha estructurado las sociedades y las mentalidades coloniales y plantacionales (de las plantaciones) y sigue afectando en la actualidad las relaciones interraciales y a los sujetos colonizados” (21)

Esta marca de poder ha asumido diversos roles en la configuración histórica tras el primer contacto de europeos en el continente africano. Los efectos históricos de esta carimba se han mostrado a través de diversas formas y vocablos, pero, al final, han derivado en la misma problemática, como fue señalado anteriormente.

Atendiendo a estos argumentos, creemos que existe la emergencia de deshacer simbólicamente la huella de esta carimba histórica que ha tratado de desfigurar la historia, los imaginarios, el protagonismo y los saberes del grupo colectivo afrodiaspórico. Y nótese bien que estas huellas se hacen notar hoy día a través del racismo (explícito, implícito y subjetivo), de los estereotipos y de las marcas profundas de la herida colonial.

Como un elemento primordial en este proceso de deshacer las marcas de la carimba,  la memoria oral cumple un rol en este proceso, puesto que a partir de reelaboraciones dinámicas sobresalen relatos y perspectivas reconfiguradas/rearmadas por la memoria fragmentada. Sobre la base de estas consideraciones, y con el etnólogo malí Hampate Ba en La tradición viva (1982), se puede entender que la tradición configura al hombre en su totalidad, su cosmovisión esculpe el alma africana a través del rescate de la memoria. Este fenómeno ha recibido consideraciones peyorativas del discurso de poder, pues la validez de la oralidad sorprende al espíritu cartesiano acostumbrado a la categorización minuciosa, como dice Hampaté Ba en la introducción del libro: Historia general de África: Metodología y prehistoria de África (1982).

Muy útil para tener un panorama de este debate es el libro A gloriosa família [El tiempo de los flamencos: La gloriosa família Van Dum] (1997) del angolano Pepetela. En esta novela, al conferir lugar a la tradición oral como fuente histórica, el autor entrega validez a la memoria silenciada de los “mudos de la historia”, rompiendo/tensionando de esta forma el silencio impuesto históricamente, y, a la vez, dando espacio a interpretaciones alternativas de la historia. Esto se halla plasmado en la escena donde el narrador “mudo” promete hacerse cargo de la transmisión de su versión de la historia: “Yo, por lo menos, siento la gran responsabilidad de ver y oír todo para poder contarlo un día, en el curso de las generaciones, de la misma manera que aprendí de otros lo que sucedió antes” (93).

Pese a su condición física (y social) de “mudo”, el narrador legitima su intento de revelar los acontecimientos del pasado a través de la cadena de saberes entregados por la memoria colectiva. Con esa comprensión, se validan los discursos que se han construido a partir de la memoria colectiva, cuyo rol permite reconfigurar los tejidos fragmentados de esta historia, otorgando a lo afrodiaspórico y a sus discursividades un lugar significativo en el proceso de relectura histórica.

De esta manera, se visibiliza la voz afrodiaspórica que entrega aspectos de la representación subjetiva en la nueva narrativa historiográfica contemporánea, lo que ofrece una redefinición de sobresalientes elementos del imaginario colectivo que se han formado a lo largo del proceso de triangulación África-América-Europa.

 Este rasgo indica la relevancia de los estudios sobre la memoria y la oralidad, que permiten comprender la forma en que estas novelas reconfiguran la voz del grupo colectivo afrodiaspórico. La importancia de estos factores resalta la subjetividad discursiva en la novela con este corte literario, lo que ofrece una redefinición de destacados elementos del imaginario colectivo que se han formado a lo largo del proceso tricontinental.

En este sentido, es importante considerar la relación lingüística, cultural e histórica que se establece entre la reconstrucción histórica y la inclusión de elementos de la tradición oral y del contradiscurso.

Sobre la base de estas caracterizaciones, se concibe a África como el hilo conector de los siguientes conflictos: la diáspora africana, la esclavización, la resistencia, la lucha social, la pertenencia social, la representación, la descentralización de la visión histórica, la transgresión de las interpretaciones tradicionales, el racismo, la colonización cultural11, la memoria colectiva, la validez de la tradición oral y la historia recreada a través de la  apropiación literaria de esta. Ahora bien, a nuestro juicio, entendemos que la raíz de estas problemáticas históricosociales es la trata transatlántica, que muestra sus terribles consecuencias históricas hasta hoy12.

La trata esclavista produjo cambios profundos en la historia triangular, principalmente en África, que tuvo millones de individuos esclavizados y sometidos al trabajo forzado que se desplazaron a las Américas y el Caribe. Esta práctica se desarrolló a través de un comercio triangular13 que predominó en el Atlántico, que se daba con el viaje de comerciantes europeos —y la participación de africanos—. Tal panorama se evidencia en una de las reflexiones del narrador de Escravos:

Se havia algum lugar de onde ele tinha voltado, costumava dizer aos filhos, era da morte, da vergonha e da humilhação da escravatura. Nada de querer torná-lo diferente de um homem que sofrera muito pelas mãos dos próprios irmaos e pela crueldade dos senhores brancos (252).

Las expediciones de los europeos buscaban llegar al África y capturar hombres y mujeres para llevarlos al Nuevo Mundo; así también, buscaban establecer relaciones comerciales con reinos africanos, y desarrollar una ruta de comercio colonial para beneficio de las metrópolis.

En la tradición anglosajona se comprende el Middle Passage como un escenario de comercio triangular donde millones de seres humanos fueron esclavizados y enviados al Nuevo Mundo. Sobre esto se ha discutido ampliamente en las academias de varios sitios del planeta, por lo cual hoy existe una literatura crítica centrada en esta temática escrita desde múltiples enfoques metodológicos, teóricos y enunciativos. Por otra parte, en el debate actual se habla del Oceanic Modernity14 para referirse a un espacio complejo de construcciones de la sociedad urbana, de las movilidades de la contemporaneidad y de las connotaciones que va asumiendo la esclavización en este contexto contemporáneo.

Dentro de esta línea, entendemos que la esclavización triangular se reviste de varios matices, tal como mencionamos arriba, siendo uno de ellos el colonialismo. Esto se halla plasmado en la novela Escravos (2011), de Kangni Alem. A través de la voz narrativa atemporal el lector puede observar que hay una apropiación del discurso del pasado con el objetivo de tensionar/cuestionar el presente. El narrador desarrolla el relato de forma paciente, conocedor de los tiempos que traspasan la narrativa establece un diálogo sutil con el lector. La oralidad conduce la narrativa, siendo el tradicionalista el narrador que toma su cayado y narra, anticipando al lector los acontecimientos que se avecinan, tal como se evidencia a continuación:

A colonização já despontava e em breve substituiría a escravatura, que vivía os seus últimos días, até porque o seu caráter clandestino aumentara os assaltos e as invasões. Franceses, alemães, ingleses, todas as nações se preparavam para dominar de outra maneira os povos do litoral […] (253).

En este fragmento el narrador anticipa las implicancias históricas de la esclavización, fenómeno que, según él, será reemplazado por el colonialismo. La cita evidencia que Kangni Alem (re)elabora las coyunturas del presente a partir de una reflexión crítica sobre la relación temporal entre el pasado y el futuro, donde esta reelaboración dinámica funciona a través de los dispositivos de la metaficción. De ahí, la voz del narrador instala la ambigüedad y abre la discusión sobre la representación histórica de la esclavización, cuyas penosas implicancias hacen que el pasado se visualice en el presente, y por lo tanto, el autor se haga cargo de cuestionar este panorama.

Considerando los apartados anteriores, entendemos, siguiendo a Aínsa, que la temporalidad dentro de la narrativa de tema historiográfico funciona como un elemento importante de la reescritura histórica. A su juicio

Todo discurso histórico (historiográfico o ficcional) es, ante todo, memoria del pasado en el presente. A través del proceso de interacción y diálogo entre el presente y el pasado, en el ‘vaivén’ de un tiempo al otro que toda narración histórica propicia, se establece una relación coherente entre ambos, un sentido histórico de pertenencia orgánica a un proceso colectivo, local, nacional o regional (67).

Desde esta perspectiva, se observa que el diálogo temporal funciona como un recurso muy significativo en novelas de corte historiográfico, pues pone en jaque la verosimilitud del pasado e instala el debate en las controversias históricas. En especial abre la discusión en torno al debate de la esclavización, no como un asunto del pasado15, sino como un fenómeno que se relaciona con el presente, y, principalmente, porque asume nuevas connotaciones en el contexto actual. Considerando lo anterior, es menester mirar literariamente el pasado como sugieren las novelas mencionadas en este artículo, puesto que ellas reclaman la importancia de indagar sobre las configuraciones del presente, mostrando la importancia de razonar simbólicamente sobre ello, para que las atrocidades de antaño no vuelvan a repetirse bajo otros matices. En este sentido, la emergencia de estos temas en la literatura contemporánea denota la preocupación de los autores por reflexionar sobre este problema histórico, pero en especial por llamar la atención de que no se trata de algo exclusivo del pretérito, sino de un factor que alcanza nuevas modalidades de explotación del ser humano en la contemporaneidad, como mencionamos arriba.

A través de la apropiación literaria, las novelas mencionadas en este artículo proyectan una interpretación “otra” sobre el imaginario de  la esclavización. Además, revelan que las implicancias históricas de este pasado, siguen vigentes hasta hoy. En este sentido, este pasado revisitado funciona como hincapié para cuestionar el presente y al mismo tiempo, para deconstruir los discursos anclados en los patrones coloniales de poder. No hay que perder de vista estos criterios que moldean los discursos neolocoloniales actuales, pues acrecientan la herida colonial y desencadenan los incidentes de racismo, segregaciones y otros abusos de poder que demuestran que todavía es necesario reflexionar sobre la esclavización de antaño y quizás preguntarse si los actos denigradores de racismo no revelan “el miedo histórico a Haití”16, o tal vez sea un intento de poner a estos sujetos en “su debido lugar” (23), como señala Elisa Larkin Nascimento en su libro Pan-Africanismo na América do Sul: emergência de uma rebelião negra (1981). Al respecto, resulta pertinente la pregunta que Gastón Baquero hace en Indios, blancos y negros en el caldero de América (1991) sobre el lugar que el racismo ofrece a los negros: “¿Y cuál es el lugar que, según el prejuicio, le corresponde a los negros y a los indios? No le demos vueltas; ese lugar es el suburbio, el sótano, la cocina, el rincón” (45).

A raíz de ello, es de suma importancia revisitar el pasado histórico considerando los vínculos tricontinentales que se establecieron con la trata transatlántica, de manera que las sociedades actuales no ignoren la emergencia de reconocer el protagonismo afrodiaspórico como parte de este proceso. En el pasado, era el látigo que ponía a estos sujetos en “su debido lugar”, aunque algunos lo desafiaron y rechazaron el dolor del poder en sus espaldas. Entonces el miedo les alentaba a luchar por su libertad, siendo los palenques y los quilombos ejemplos concretos de estos desafíos. Sin embargo, hoy este látigo asume connotaciones muy distintas al primer caso, aunque sus resultados son también muy dolorosos, pues nutren los discursos racistas y segregacionistas. Si bien es cierto que este látigo histórico tiene los mismos efectos que tuvo en el pasado, esta vez se encuentra con actores sociales que se arman de valor para develar su propia voz y borrar la carimba simbólica  que les ha sido atribuida. Esto se corrobora con lo  que Fanon enuncia: “Cuando el negro se comprende a sí mismo y concibe el mundo de una manera distinta, hace nacer la esperanza e impone un retroceso al universo racista, es claro que su trompeta tiende a destaparse y su voz a perder la ronquera” (223).

Cabe, en este sentido, preguntarse si este látigo de la esclavización de antaño ha sido depuesto o si la sociedad posmoderna lo ha activado de maneras aún más abominables. En suma, es urgente mirar el pasado, ir a la memoria, para construir colectivamente un futuro mejor donde la “Puerta del no retorno” pueda mantenerse cerrada para siempre en lo relacionado con la explotación del ser humano, y que valga como enseñanza para que las próximas generaciones no repitan las mismas atrocidades, sea por medio de la esclavización o de sus legados. Es necesario que la “Puerta del no retorno” sea símbolo de la lucha contra los actos de racismo, los estereotipos y las marginaciones a nivel físico, social y discursivo.

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Notas

[1]. In: Revista Iberoamericana, University of Pittsburgh, v.l . LXXXIV, Núm. 264, Julio-Septiembre 2018:  655-669.

[2] Se trata de un sello a hierro candente que marcaba a los esclavos con las iniciales de los negreros o del hacendado que los comprasen.

[3] En este artículo utilizo el término “afrodiaspórico”, en lugar de “negro”, como propone el intelectual colombiano William Mina Aragón en su libro La imaginación creadora afrodiaspórica (2014).

[4] Título original en francés: Esclaves (2009)

[5] El tema del tráfico de personas y de órganos ha sido abordado de forma breve por Pepetela en la trilogía policiaca que narra las aventuras del espía James Bunda, una parodia de James Bond al estilo angolano. En breves flashes son mencionadas algunas situaciones que revelan la desaparición de personas (principalmente mujeres y niños), y situaciones insinuadas por el narrador vinculadas al tráfico de órganos en el mercado europeo. En relación con lo anterior, destacamos un contexto muy parecido a lo ficcionalizado por Pepetela, se trata de la desaparición de personas en Gabón, que luego aparecen muertas y sin algunos órganos. La prensa local considera que este incidente tiene vínculos con rituales religiosos, aunque los tradicionalistas aseveran que esto no forma parte de sus prácticas. Al respecto no hay referencias en la prensa internacional.   

[6] Aparte, están algunos documentales y largometrajes de Santiago Zannou en España. Además, no hay que olvidar Roots (1977) de Alex Haley, uno de los percusores en abordar el tema desde el cine y la literatura.

[7] Observamos una ausencia de este tema en el cine latinoamericano, lo que muestra que todavía hay mucha labor por hacer.

[8] El concepto “muntu” es acuñado, en primera instancia, por Janheinz Jahn en los años 70, posteriormente, es retomado por Zapata Olivella en su clásico texto Changó, el gran putas (1984). Muntu significa las dimensiones de los vivos y de los muertos, los ancestros, las deidades vinculadas a ellos.

[9] Ellos son Luz Argentina Chiriboga, Lucía Charún-Illecas, Ana Maria Gonçalves, Maryse Condé, Cuti, Nancy Morejon, Conceição Evaristo, entre otros.

[10] En este contexto, existe una polifonía de voces que emergen de los subterráneos de la esclavitud a través de los testimonios de esclavos que, en este caso, no serán abordados en este trabajo, pues esta propuesta se delimita exclusivamente al ámbito ficcional. Por lo demás, son bastante conocidos los relatos de Baquaqua, Equiano, Solomon Northup, entre otros. A juicio de Lara: “… [Son] testimonios que permiten percibir aunque débilmente el coro de los esclavos’, y sus perspectivas sobre la esclavitud. Frente a esto, nos damos cuenta de que estas voces traen a la luz perspectivas que desmitifican los discursos hegemónicos sobre la esclavitud, aunque ofrezca matices interpretativos con los historiadores modernos, quienes empiezan a dar señales y en algunos casos corregir esta ausencia” (146).

[11] Este fenómeno ha de ser entendido como lo plantea el periodista Gerardo González Calvo, especialista en África, quien en el texto “África en los medios: un silencio clamoroso” señala a este espacio como “…una interpretación univoca de la realidad, que brindan los poderes mediáticos” (153). Este ensayo es parte del libro Imaginar África: los estereotipos occidentales sobre África y los africanos (2009), de Antonio Castel y José Carlos Sendín (eds.)

[12] Otro evento histórico que todavía no ha recibido la atención histórica merecida es la Guerra del Paraguay ocurrida entre 1864 a 1870, que es el mayor conflicto de la América colonial que involucró a varias colonias de la época, siendo Brasil el principal actor, apoyado militarmente por Inglaterra. La consecuencia histórica de esta sangrienta guerra ha dejado marcas profundas en la historia económica y social de Paraguay, país que hasta hoy no ha logrado recuperarse de su derrota en esta guerra. Además, hay más silencios que aclaraciones históricas sobre lo ocurrido, principalmente sobre el papel de verdugo que Brasil desarrolló en este incidente.

[13] Muy útil para tener un panorama actual de este debate es el documental La pesadilla de Darwin que aborda el tema de la pesca de perca en el Nilo, Mwanza, Tanzania. Sobre el documental, explica González Calvo: “El pescado, es tratado en filete, es trasladado a Europa en aviones soviéticos con tripulación de la misma nacionalidad; pero para no ir de vacío a Mwanza, los aviones transportan armas a la zona, que se distribuyen para alimentar los conflictos en los Grandes Lagos, sobre todo en la República Democrática del Congo. Algo muy similar a lo que hacían los barcos negreros durante la trata de esclavos en el llamado comercio triangular” (165).

[14] Ver el libro de Phaf-Rheinberger y Mann, 2014 (org.) Beyond the line. Cultural narratives of the Southern Oceans. Berlin. Neofelis.

[15] Este dato se corrobora en el relato de viaje Las máscaras de África: un viaje por las creencias africanas (2010), escrito por el Premio Nobel V. S. Naipaul mientras viajaba por el continente africano. En una de sus observaciones, comenta sobre dos hechos muy puntuales en este asunto. El primer caso revela una cierta indiferencia sobre el tema mientras relata una conversación con uno de sus anfitriones locales (de ascendencia danesa y africana) en una visita al castillo de Elmina en Accra, Ghana. Lo paradójico es que el anfitrión considera la práctica de la trata transatlántica como abominable, pero a la vez reitera que los colonos fueron a África a buscar solo negocios, y la venta de seres humanos se legitimó como tal. El segundo caso registra una conversación con un tradicionalista zulú, al que le pregunta si Gran Bretaña ha pedido perdón por el comercio de esclavos, colocando el problema de la superposición cultural de criterios coloniales sobre los tradicionales.

[16] Este fenómeno ha de ser entendido como la idea de negación humana y de la ausencia de racionalización atribuida a quienes fueron ubicados en los últimos peldaños de la estratificación social por los patrones del poder colonial. Este panorama ha provocado a Haití serias consecuencias históricas con los bloqueos económicos, aislamientos y “demonizaciones” durante gran parte de su historia. Orovio es otro teórico que señala que esto sirvió para advertir a las autoridades de la época sobre el peligro de “otros Haitís”, lo que consecuentemente provocó “la estigmatización de la población negra considerada subversiva y bárbara” (289). Paradójicamente, esta estigmatización todavía se refleja en las múltiples representaciones sobre este grupo social, cuyo punto máximo es la Revolución Haitiana, pues: “Era fácil provocar el miedo rescatando y aireando el fantasma de la barbarie. Haití se convirtió en amenaza por múltiples razones. Sus hombres encarnaban el valor de haberse sublevado cuando siendo esclavos subvirtieron el orden que todo el mundo aceptaba como parte del orden natural. Tierra de libertad pero también de igualdad, Haití se convirtió en un ícono con significados ambivalentes y múltiples usos. Ya ha sido señalado por algunos autores el poder de evocación que tuvo Haití; otros han incidido en los contenidos de su revolución, el poder de emulación que produjo y la creación de íconos e imágenes, que lo reforzaron y perpetuaron” (Orovio 285).


Sobre a autora

* Daiana Nascimento dos Santos é Doutora em Estudios Americanos pela Universidade de Santiago de Chile e professora do Centro de Estudios Avanzados da Universidade de Playa Ancha, Valparaíso, Chile. Como pesquisadora da cultura e da literatura afro-diaspórica na América Latina, desenvolve os projetos "Pasados que se entrelazan: representaciones contemporáneas sobre (¿el fin?) de la esclavitud” e ''Comunidades excéntricas en la literatura chilena y brasileña del siglo XIX: textos y discursos desde la mirada (des)colonial”.


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