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Como nació la ABHMario M. González La ABH nació de una necesidad dictada
por la Historia. Actuar en el campo del Hispanismo en un país de lengua no
española imponía a priori la
necesidad de congregar a los que ese interés común ya reunía. Pude percibir
eso al llegar a Brasil para ser profesor de la USP, en 1968. Pero se vivía
una situación adversa en varios sentidos. Por empezar, la dictadura militar
que se endureció ese mismo año con el AI-5 podía no ver con buenos ojos
cualquier organización que pudiese escapar al control institucional; además,
en Brasil (sin fax ni fotocopias todavía, con un correo precario y teléfonos
con grandes deficiencias, cuando nadie por aquí imaginaba aún la Internet),
unos pocos profesores de Español estábamos dispersos en la inmensidad
geográfica del país; y, por último, la investigación del Hispanismo estaba
reducida a unos pocos centros y, en ellos, a pequeños grupos de producción
bastante limitada. No existía todavía el sistema nacional de postgrado que
sería implantado años después. Había que esperar que mejores vientos
soplasen, pero algunos ya teníamos la certeza de que ellos llegarían.
Empezaron a llegar cuando se hizo más que previsible que la dictadura iba a
camino del pasado; más aún cuando otras dictaduras, tanto en España como en
Hispanoamérica, también entraron en colapso. Por otro lado, en 1981, en Rio
de Janeiro, profesores de Español tuvieron la buena idea de organizarse en
una asociación estadual, la Apeerj. Para que se tenga una noción del
aislamiento que nos marcaba a los pocos que éramos entonces, basta decir que,
en São Paulo, solo nos enteramos de ello dos años después. Al percibir que
ese era el camino (nuclearnos por estados), sugerí de inmediato a los colegas
de Español de la USP que fundásemos una asociación equivalente en el estado
de São Paulo. Así lo hicimos. Dos asociaciones congéneres significaban que
podría haberlas luego, como de hecho las hubo, en otros estados. Y nacieron
las de Rio Grande do Sul, Paraná, Santa Catarina, etc. En 1984, en el Primer Encuentro
de Profesores de Español de nuestro estado, organizado por la Apeesp al
cumplir un año, propusimos a la presidenta de la Apeerj que, a partir de
1985, organizásemos congresos nacionales de profesores de Español todos los
años impares, por el orden de fundación de las asociaciones. El primero fue
en Rio, en 1985, y, hasta la fecha, la propuesta sigue siendo fielmente
ejecutada. Los congresos de profesores no solo
no se interrumpieron, sino que no pararon de crecer, dedicados especialmente
y cada vez más a tratar de las urgencias de carácter didáctico impuestas por
la necesidad de atender a la creciente demanda de profesores de Español por
todo Brasil, demanda impulsada años después, entre otras cosas, por la
creación del Mercosur. Cumplieron y siguen cumpliendo su loable papel en ese
sentido. Pero muchos de los que habíamos pensado aquellos congresos como
espacio para la exposición de resultados de investigaciones fuimos viendo
cómo ese espacio se reducía cada vez más en esos eventos, sin que quepa en
ese registro ningún desmedro de estos. Por otro lado, programas de postgrado
incluyendo estudios de la lengua española o sus literaturas, o creados en
torno a esas disciplinas, se consolidaban en más de un estado del país y
generaban una creciente producción académico-científica. Esta muchas veces se
perdía en el vacío de congresos más genéricos, pero también cada vez más se
proyectaba en congresos internacionales, particularmente los de la AIH, la
Asociación Internacional de Hispanistas. En el VIII Congreso Internacional de
Hispanistas, realizado en 1983, en la Brown University, este profesor era el
único brasileño presente. Pero ya en la XIII edición de ese Congreso, en
Madrid, en 1998, éramos no menos de 14 ó 15, si no me falla la memoria. Y fue
en esa ocasión que algunos de nosotros empezamos a buscarle respuestas a la
pregunta que nos hacíamos mutuamente: ¿Por qué no crear una Asociación
Brasileña de Hispanistas? Debe quedar aquí el registro del lugar histórico en
que dijimos no hay por qué no pensar en ello: el popularísimo restaurante
Puerto Rico, de la calle de la Chinchilla, de Madrid, a pocos metros de
Callao y de la Puerta del Sol. ¿Quiénes éramos, presentes o no en ese
momento? Lívia de Freitas Reis, Lygia Rodrigues Vianna Peres, Magnolia Brasil
Barbosa do Nascimento y Marcia Paraquett, de la UFF; Antonio Roberto Esteves
y Heloísa Costa Milton, de la UNESP (Assis); Maria Augusta da Costa Vieira,
María de la Concepción Piñero Valverde y Valeria De Marco, además de este
profesor, de la USP. Nos unía a todos una amistad personal derivada en parte
del hecho de que éramos todos o docentes o ex alumnos del programa de
postgrado en Lengua Española y Literaturas Española e Hispanoamericana de la
USP. Debo confesar que dudé mucho sobre
cómo hacerlo. Lo primero era no aparecer como competencia a las asociaciones
de profesores y sus congresos. Además, cabía la duda si la designación
“hispanistas” iba a ser comprendida y aceptada por todos los posibles
interesados, ya que el término, por su vecindad con la “Hispanidad” tan
decantada por el gobierno de Franco, podría verse contagiado del sentido
fascista de esta. Cupo entonces proceder en dos
sentidos. Lo primero, dejar claro ante las APEs que no veníamos a dividir,
sino a sumar. Lo segundo, establecer claramente la diferencia entre el
Hispanismo como ramo del saber y la Hispanidad como ideología. En ambos
sentidos empezamos a trabajar a partir del 19 de agosto de 1999 (sin querer,
en el aniversario del asesinato de Lorca), cuando me permití mandar por
Internet a los ya citados colegas y amigos un recado que guardo hasta la
fecha, proponiéndoles que lanzásemos la idea durante el VIII Congreso
Brasileño de Profesores de Español, que tendría lugar en la UFES, en Vitória,
de 29 de agosto a 2 de setiembre de ese mismo año. Con el “de acuerdo” de
todos ellos, ya en Vitória, se nos sumó en la iniciativa el profesor de la
UFF y amigo de tan grata memoria, André Luís Gonçalves Trouche. Me
correspondió presentar públicamente la idea, en nombre de todos, en la sesión
de clausura de dicho Congreso, el 2 de setiembre de 1999, exponiendo que se
trataría de una entidad volcada fundamentalmente hacia la investigación (y
que, así, exigiríamos como condición para asociarse ser, como mínimo, alumno
de un postgrado stricto sensu) y
que pretendíamos crear la ABH durante un Primer Congreso Brasileño de
Hispanistas a ser realizado en la UFF, en Niterói, durante el segundo
semestre del año 2000. Invitamos a los interesados a manifestarse por
Internet llenando una propuesta de adhesión a la futura ABH. Pensábamos que
seríamos unos pocos y que, de esa manera, realizaríamos nuestro ideal de
congresos específicos y pequeños, casi de amigos, en que todos pudiésemos
encontrarnos y cambiar ideas. La sorpresa fue que antes de terminar el año ya
contábamos con 66 adhesiones de investigadores (más de la mitad doctores) de
25 diferentes IES brasileñas distribuidas en 9 estados. En julio del 2000, ya
contábamos con 140 adhesiones. En vísperas del Congreso, que se realizaría de
8 a 11 de octubre, los adherentes éramos 155 de Brasil (56 doctores) de 51
IES en 10 estados, además de 9 hispanistas extranjeros, de 5 países. Por el
camino, recibimos el valioso apoyo de la profesora de la UFF, Suely Reis
Pinheiro, y de su marido, José Antônio Bastos de Carvalho, que nos
permitieron (como hasta hoy han venido permitiendo) contar con una página de
la ABH en el Portal Hispanista, cuyo dominio les pertenece. La Comisión Organizadora del Congreso
trabajó arduamente, casi sin recursos, y logró que el evento fuese un éxito,
con 173 trabajos leídos y más de 200 congresistas. El 11 de octubre dedicamos
la tarde a una asamblea para crear la ABH. Aprobamos los estatutos y el
reglamento interno y elegimos la primera Directiva y el primer Consejo
Consultivo de la ABH. Los integrábamos, respectivamente: Comisión Directiva:
Presidente: Mario Miguel González; Vice-Presidente: Antonio Roberto Esteves;
Primer Secretario: André Luiz Gonçalves Trouche; Segundo Secretario: Livia
Maria de Freitas Reis; Primer Tesorero: Heloisa Pezza Cintrão; Segundo
Tesorero: María Zulma Moriondo Kulikowski; Consejo Consultivo, miembros
titulares: Alai Garcia Diniz, Heloísa Costa Milton, Lygia Vianna Rodrigues
Peres, Magnólia Brasil Barbosa do Nascimento, Márcia Hoppe Navarro, Márcia
Paraquett y Silvia Cárcamo de Arcuri; miembros suplentes: Vera Lúcia de
Albuquerque Sant'Anna y Ana Marisa Benedetti. Estaba en marcha una realidad que
acabó siendo mejor que el sueño que nos había movido dos años antes a
idealizar una asociación que reuniese los investigadores brasileños del
Hispanismo. El éxito de la iniciativa, que se debe ante todo al apoyo y la
confianza de cientos de colegas, queda confirmado por el de los sucesivos
congresos: el II, en São Paulo (USP), en 2002, con más de 500 participantes y
219 trabajos; el III, en Florianópolis (UFSC), en 2004, con más de 600
congresistas y 259 trabajos; y el IV, en Rio de Janeiro (UERJ), con más 1.000
participantes y 411 trabajos. De todos ellos derivaron o derivarán
publicaciones en Internet, con la totalidad de los trabajos leídos, y libros
impresos con el título Hispanismo y
el año correspondiente, con las conferencias plenarias y una selección de
ponencias. En
síntesis: la ABH es el producto de la iniciativa de algunos, pero,
especialmente, de la colaboración de muchos. Y obedece a la necesidad y deseo
de que el estudio del Español como Lengua Extranjera, en Brasil, esté apoyado
en la imprescindible investigación. Reunir los investigadores brasileños del
Hispanismo fue la tarea que nos propusimos. Y verla realizarse mucho más allá
de las expectativas iniciales resulta la mayor recompensa posible para
cuantos nos empeñamos en ella. |
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